viernes, 24 de mayo de 2013

Kandongueiro sagrado

En el post anterior les comenté un poco sobre el trance roller sheeba boogie zombadicto sónico tránsito de Luanda. Les comenté que casi no existe el transporte público. Casi. Hay un par de líneas de colectivo, y están rehabilitando algunas líneas de tren de la época de la colonia. Creo que son dos líneas, pero que no se cruzan. De resto, reinan soberanos los kandongueiros. Que no les gustan que les digan kandongueiros, hay que llamarlos taxistas que si no se te ofenden. Y al kandongue, le decimos taxi.


No es exactamente lo que nosotros conocemos como taxi. Son en su mayoría unas Toyotas llamadas Hiace pintadas de escarapela argentina y hechas bolsa - aunque hay que reconocer que algunos taxis, bah, kandongues, están impecables. La capacidad nominal de esos bichos es de 9 pasajeros, pero quien dice 9 dice 15. Y media docena de gallinas vivas para la cabidela, que total van en un canasto y no molestan. El calor en Luanda puede ser algo tremendo, pero como total la mayoría de los kandongueiros, digo, taxis tienen varios vidrios partidos la ventilación está siempre garantizada. Haciendo un cálculo de carniceros, si pensamos que mitad de la población no tiene acceso a agua corriente y se higieniza a base del palanganazo duro, en un vehículo para 9 pasajeros cómodos a 35 grados, unas 7-8 personas no se ducharon. Más media docena de gallinas vivas, el aroma a humanidad puede ser nauseabundo.

No me queda en claro el grado de formalidad del kandongue. No parece ser un "servicio público regulado", pero tampoco se crean que es el viva la pepa total. La policía los para normalmente, como a otros autos. Es común ver a los canas charlando con los taxistas, bueno, kandongueiros. Impresiona el olor a T.R.A.N.S.A. de esas charlas... se siente de lejos... Muchos tienen recorridos regulares o semi-regulares, y los anuncian a viva voz mientras van pasando: Aeropuerto, São Paulo, Gamek, Samba, Viana, Artesanato. Pero por unos manguitos también se pueden desviar del recorrido para acercarte.

El sistema tarifario de los kandong, perdón, taxis, es peculiar. Se basa en el sistema binario. El pasaje pueden ser 100 kwanzas o 200 kwanzas (uno o dos dólares), dependiendo de la distancia y de los embotellamientos. Se arregla en el momento, y lo curioso es que de 100 pasa a 200, sin hacer escala en, ponéle, un 150.

Es común que en diversas situaciones, particularmente cuando uno tiene la mano en un volante y hace su mejor esfuerzo para sobrevivir al trance roller sheeba boogie zombadicto sónico tránsito de Luanda, le agarren ganas de gritarle a los taxistas: ¿qué m!#%d4 hacés, kandongueiro? Tienen este truco, en calles estrechas de doble mano embotelladas en un sólo sentido, de pasar a los autos embotellados y cuando viene un auto en la dirección contraria tirarte el kandongue encima para generar un tercer carril a la fuerza. Te pueden parar el taxi en el carril de la izquierda de una avenida para levantar a un pasajero que justo cruzaba en ese momento. O por la razón que sea (goma pinchada, pescado a la parrilla, venta de gallinas vivas, charla con amigo kandongueiro) dejarlo parado en el medio de una ruta sin banquina justo a la entrada de una curva cuando uno no puede ver si se te viene encima un camión a 120 por hora.

Muchos de ellos le ponen onda a su escarapela ambulante. Obviamente no me refiero a los evangélicos, que le meten los slogans de la iglesia universal. Me gustan particularmente los que hacen referencia al black power o al kuduro. Aunque a veces me imagino que pasar dos horas arriba de un taxi con el kuduro al mango te debe taladrar la cabeza. Algunos le cargan mucho animal print, o le meten slogans al vidrio de atrás. ¡Otros hasta tienen un LCD de 32" para los pasajeros!

Aunque la mayoría de los kandonguei, no, no, no quise decir eso, la mayoría de los taxistas son unas bestias que no les importa nada, a veces muestran toques de humanidad. No me voy a olvidar de uno, yo tratando de hacer la rotonda en el São Paulo, ocho de la noche, corte de luz en todo el barrio no se veía una goma, miles de personas cruzando la avenida de los Combatentes por todos lados, tres camiones me encerraron contra la rotonda y de repente tengo el auto trabado y no lo puedo mover. Ataque de pánico, aire condicionado a full y yo sudando como un cerdo todos los vidrios empañados, señoras con bebés pasando por los 13 mm que separan a mi auto de los camiones. Un taxista buena onda me ve la cara de quien está a punto de ingresar en una conversión religiosa de emergencia, despeja un poco el camino y me hace señales para que suba a la rotonda para salir del embroglio. Le hago caso, paso con el auto por encima de la rotonda y me meto en el hueco que el taxista me hizo. Casi me pongo a llorar de la emoción.

Propiedad intelectual: las fotos las saqué de acá, acá, acá y acá.

2 comentarios:

Comandante Cansado dijo...

En una viñeta de Jerusalén de África, el último tomo del gato del rabino, un ruso demente y asesino ex oficial del ejército blanco le dice a otro ruso, judío, mientras lo abraza en medio del Sahara: "la amistad entre los pueblos es caca, viva la amistad entre los hombres". Ser humano es tener empatía, fitivamente.

el de adentro dijo...

Si señor Comandante, fitivamente es así. Tendríamos que nacer todos daltónicos!!!!